En medio de la complejidad propia de la Argentina y de un mercado automotriz en el proceso de transformación más grande de su historia, con desafíos múltiples a nivel global y local, Daniel Herrero, el presidente de Prestige Auto y representante local de Mercedes-Benz, no duda en admitir que en lugar de gozar de un retiro al frente de la mayor terminal del país decidió ser fiel a su perfil de «comprador compulsivo de problemas».
Como tantas otras, la fabricación de vehículos está atravesada por una transformación tan profunda y veloz en el mundo que ni el tradicional aislamiento argentino podrá eludir. Esa revolución en marcha requiere «trabajar muy fuerte en una articulación público-privada con la educación que viene», según la mirada anticipatoria de Herrero.
«No creo que nos quedemos sin trabajo con las nuevas tecnologías, sí tenemos que trabajar en educar a la gente en esas nuevas industrias. Gente adaptada, operarios que convivan en una misma celda de trabajo con un cobot», esos robots diseñados para cooperar junto a humanos, compartiendo espacio de trabajo y realizando de manera inédita tareas de forma eficiente.
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